A Dana la dejaron amarrada en un parque… bajo una tormenta. A su lado, un saco de pienso, como si con eso bastara para calmar el abandono. Estaba empapada, confundida, temblando. Nadie volvió por ella.

Tiene unos 5 años y todo indica que alguna vez tuvo una familia, un hogar… incluso parece que fue mamá. Pero de un día para otro, lo perdió todo. Cuando llegó al refugio, estaba completamente desubicada, nerviosa, con el alma rota. En el chenil lloraba sin parar. No entendía qué había hecho mal.

Pero Dana ha demostrado ser una perra extraordinaria. Con paciencia y cariño, empezó a sanar. Ahora comparte chenil con otro perro, disfruta de los mimos y hasta le encanta que le pongan ropa. Su corazón noble sigue confiando, sigue esperando.

Es de raza PPP, lo que significa que necesita una licencia para adoptarla. Y sabemos que eso muchas veces hace que su camino a una familia se complique… pero Dana lo vale todo. Es sociable, buena, cariñosa y solo quiere un lugar donde volver a ser parte de algo.

No es solo una PPP. Es una perra con pasado, con emociones, con ganas de amar.
Solo necesita que alguien la vea por lo que es: un alma fuerte y dulce que aún cree en las segundas oportunidades.

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