Esta es la pequeña Brisa, llegó a nosotros junto con sus hermanos Tifón y Trueno con apenas 2 meses de vida… pero ya conocen el abandono y el miedo. Llegaron al refugio temblando, con los ojitos llenos de terror, pegados entre sí buscando consuelo. No queremos imaginar lo que han vivido para llegar así… tan chiquitos, tan vulnerables, tan rotos por dentro.

Son solo unos bebés que deberían estar descubriendo el mundo entre juegos, caricias y seguridad, no aprendiendo a sobrevivir.

No conocemos su raza ni su tamaño final —y la verdad, no nos importa. Porque lo que más necesitan no se mide en kilos ni en pedigrí: necesitan una familia que mire más allá del miedo, más allá de lo que no se sabe… y vea lo que sí está ahí: tres corazones dispuestos a amar si tan solo les das la oportunidad.

El refugio no es lugar para ellos. Aquí falta el silencio de un hogar, las caricias que calman, los abrazos que curan. Por eso buscamos familias que les enseñen lo que es el amor, la seguridad… y la felicidad.

Si podés abrir tu corazón (y tu casa) a uno, dos o los tres, estarás cambiando una vida para siempre. Y quizás… también la tuya.