Miel fue rescatado de una zona de parcelas, donde vagaba solo sin entender muy bien qué hacía allí. Desde el primer momento nos robó el corazón: es un perrito joven, noble y con una mirada llena de ternura.

Fiel a su nombre, Miel es puro amor. Tiene esa personalidad tan especial de los podencos: sensible, leal, alegre y curiosa. Le encanta explorar, disfrutar del sol, correr libre y, sobre todo, compartir ratitos tranquilos con las personas en las que confía.

Aunque al principio puede mostrarse un poquito tímido, en cuanto se siente seguro se transforma en un compañero cariñoso y divertido. Solo necesita una familia que le dé la oportunidad de conocer lo que es un verdadero hogar, donde por fin pueda descansar, recibir caricias y sentirse protegido para siempre.

Miel merece una vida bonita, tan dulce como su nombre.